jueves, 11 de agosto de 2016

Manaos - Amazonas - Brasil



Manaos - Amazonas - Brasil

Dos gringos allá en Manaos  

 


Manaos - Amazonas - Brasil - Dos gringos allá en Manaos

Tengo contacto continuo con Manaos, como no puede ser de otra manera, pero estos días en que tenemos a Brasil en todos los medios, con sus Juegos Olímpicos, los primeros que se celebran en Latinoamérica,  recuerdo ese viaje tan especial a Manaos, capital del Estado brasileño de Amazonas




Manaos, capital del Estado de Amazonas de Brasil, puerto franco, tiene dos millones de habitantes, clima tropical, muy caluroso y húmedo. 

Manaos, a finales del XIX, con el gran auge económico por la “fiebre del caucho” era la ciudad más desarrollada de Brasil. La única con luz eléctrica, alcantarillado, edificios imponentes  como el  Teatro Amazonas y 
Mercado Municipal










el Mercado Municipal,  réplicas, el primero, del Palacio Garnier de París y la Scala de Milán  y del Mercado Les Halles de París,  el segundo  y su gran atractivo, la selva amazónica y el Encontro das Aguas en la confluencia de los ríos Negro y Solimóes. A partir de aquí toma el nombre de río Amazonas

Encontro das Aguas


Nuestro hijo, en este lugar, punto final de un largo recorrido por Brasil, se dejó dulcemente encandilar por una encantadora brasileña y, como parece ser que ocurre en cualquier parte del mundo, el sábado, 20 de abril nació nuestra nieta Ana Rita, la reina de la selva. El primer encuentro fue virtual. Fotos y mas fotos contemplándola extasiados ante el monitor.

Al fin, llegó el momento y mi consorte y yo nos pusimos en movimiento. Maletas, nervios, comprobación 20 veces antes de salir de dejar todo cerrado,  documentación, dinero, móvil,  aeropuerto, colas, pasillos, facturación y, embarque, 9 horas de vuelo hasta Miami,  dos horas para pasar Inmigración, añadimos cuatro horas más de tránsito y última etapa de 5 horas hasta destino.  Que digo yo que con lo cerca y fácil que es llegar a Burgos….

Hijos!!!.... 


Aeropuerto
Y  nieta!!! 

Hemos entrado en bucle directamente, con babero incorporado, enseñamos largamente las fotos del móvil,  con bobalicona y satisfecha expresión, sin ningún pudor, al atisbar la más mínima insinuación de quien tiene la “suerte” de encontrarnos y por pura cortesía y educación pregunta “Cómo estáis?”





ESTANCIA EN MANAOS
Manaos recibe con un gran golpe de calor al salir del Aeropuerto Internacional Eduardo Gomes, en un claro aviso del clima a que has de habituarte.

Plaza del Teatro
En estos más de 15 días hemos establecido una relación con Manaos que no se produjo en viajes anteriores, puramente turísticos y curiosos ante un continente y país nuevo, el pulmón del mundo, que nos ofrecía naturaleza como nunca habíamos visto.


Esta vez, poco a poco, sin las prisas, horario y ritmo de viaje del turista, alejados de prejuicios,  normas y más normas, nariz contraída, tensos, alertas a cada rincón, cada ruido,  hemos empezado a descubrir, sentir y vivir Manaos, la ciudad de mi nieta. Como cuando te presentan a alguien desconocido, extraño, que, después de un primer encuentro indiferente y precavido, te va interesando y quieres saber más. 



También de los manauaras, risueños, afectivos, cercanos, que les gusta encontrar y hablar con otras gentes. Se alegran de ver a un gringo y dirigirle en sus  dudas sobre parada de bus, camino a seguir o monumento a descubrir.



HOTEL


Escogimos el Boutique Hotel Casa Teatro, céntrico, pequeño, de los que aquí llamamos con encanto, casi diría familiar. Reservé las tres primeras noches, pues no sabíamos cómo iba a evolucionar nuestra estancia en Manaos. Sobre la marcha. Cuando llegamos, la habitación, por un error mío, no se ajustaba a lo que yo estaba convencida había reservado por Internet.  Me encontré con una habitación pequeña, con literas, tipo camarote de barco y sin baño incluido. 

Mi consorte, ante mi mirada atónita arriba, abajo y a ambos lados, como en un partido de tenis pero en vertical, caballeroso, decidido y con gran dignidad, trepó a la cama de arriba con algo de balanceo e inestabilidad, pero trepó. Hubo que hacer un descenso, algo más aparatoso, durante la noche (a nuestra edad es normal) y le sustituí. Ascendí medianamente, y bajé peor,  aunque con éxito total.
Estamos en plena forma, pero de ahí a practicar deportes de riesgo…

Al día siguiente, Omar,  responsable de un  gran equipo de buenos profesionales, muy bien cohesionado, empeñado en que el cliente disfrute y se sienta como en casa, nos ofreció toda  clase de facilidades para subsanar mi equivocación, incluso irme a otro hotel, sin coste, aunque no se contemplaba en las condiciones de reserva.

Nos cambió de habitación un par de veces para poder encajar reservas previas y mis expectativas. Con tan buena disposición, simpatía y delicadeza, encontró la solución y nos quedamos en el hotel los 15 días previstos en Manaos.

Le encuentro dos pegas al hotel:  las habitaciones un poco justas  y las que dan a la calle,  ruidosas.


Esto lo compensan con unos desayunos estupendos, con gran variedad de sucos (zumos) de frutas tropicales y sorprendiéndonos cada día con diferentes sabores de la cocina amanuense.


Dispone de wifi en todo el hotel y zonas comunes muy agradables, que invitan a disfrutarlas después de un largo día de turismo. 



Terraza arriba, con dos espacios diferenciados, una parte donde relajarse al caer el sol, tipo chill  aut, con la vista del precioso teatro Amazonas al fondo. 








y otra  equipada con cocina, barra, meses, sillas y todos los utensilios necesarios para  preparar algo de comer o celebración, a disposición de los clientes del hotel.










Además, como está situado en el centro, a un paso de la plaza del teatro, invita a salir por la noche, con total seguridad, picar algo en los alrededores y saborear una cerveza helada, o dos, o tres, en el conocido bar Armando, amenizadas por buenos instrumentistas y cantantes, cada día diferentes.










TRANSPORTE URBANO


Casi dominamos la captura del transporte público, sí, captura es la palabra. Los presuntos viajeros abarrotan pacientemente las paradas a las que llegan de continuo, sin horario determinado, cantidad de líneas de autobuses con destinos diferentes. 

Hay que estar muy atento, incluso salir a la calzada, aún con riesgo de la integridad física, para distinguir con tiempo suficiente el elegido de entre todos los que van llegando, a toda pastilla,  en primera, segunda y hasta tercera fila,  ocultándose  el número unos a otros. 



Una vez localizado, se hacen  señas con la mano y, atentamente paran y  esperan si es preciso. Ya dentro, salvados tres escalones enormes,  el viajero tiene que ser capaz de llegar al cobrador, pagar, guardar el monedero, pasar el torniquete y, en nuestro caso, hacernos entender en qué parada nos tiene que avisar, 






conseguir hacerse  un hueco a  la vez que busca y se aferra desesperadamente con las dos manos a alguna barra para tratar de mantener el equilibrio y no salir disparado con el impetuoso arranque del bus, los saltos de los innumerables baches,  curvas, frenazos, carreras con otros buses y piques con turismos, hasta llegar a  la siguiente parada. Momento en que el sufrido viajero aprovecha  para recomponer su posición y asegurar sus asideros para poder llegar a su destino. Las lugareñas,  además, con tacones.  Nosotros creo que hemos conseguido un aprobado justito, justito.

Algunos llevan aire acondicionado, pero en los trayectos que  hemos hecho, absolutamente ninguno. La temperatura interior, en las horas de sol, es más o menos como en el exterior, 36, 38 grados. En alivio del calor sofocante, en los semáforos, da igual a qué altura de la calzada esté parado el bus, acuden vendedores ambulantes con botellas de agua fría  que los viajeros compran con gran rapidez, a través de las ventanillas  abiertas  y sobre las que un cartel avisa del peligro que supone exponer manos, brazos o cabeza al exterior.

El cobrador, embutido en su asiento de plástico, sin posibilidad de  movimiento alguno durante su jornada de trabajo, encuentra una segunda utilidad a la cortinilla de la ventana que le protege del sol para enjugarse  los goterones  de sudor que le caen por la cara, el cuello y la cabeza.





Si el viaje en bus resulta algo azaroso, como será en mototaxis... , en cuyas paradas, ajustas el precio de la carrera con el conductor. Te embutes un casco, todo sudado, del cliente anterior,  te subes a horcajadas y te acoplas al motorista para superar el trayecto. 

No nos hemos animado a usar esta modalidad.






MERCADO

El mercado es un auténtico espectáculo. Mientras se lleva a cabo la rehabilitación del precioso Mercado Municipal, lo han instalado al lado.


En el detenido recorrido por la exposición de carnes, entrañas, gran variedad de pescados del río Amazonas, ensartados y dispuestos artísticamente, en la zona central, más abierta, sin refrigeración, sorprende la mezcla de olores no reconocibles y el calor sofocante.
















continuación, un laberinto de calles, alineadas y con accesos abiertos, acogen gran cantidad de puestos de plantas medicinales, verduras y frutas de Amazonas, colocadas formando mosaicos coloridos, que invitan a comer y saborear. 


Fuera de este gran recinto, junto al río, también podemos comprar pescados a mejor precio.



Seguido de las frutas, bajo grandes chamizos, se alinean unas cuantas mesas corridas, donde se pueden degustar, a la hora del almuerzo, a buen precio, pescados muy sabrosos, totalmente desconocidos para nosotros, procedentes del río Amazonas y productos del mercado.





Parece que el brasileño es decidido y emprendedor.  Unos se echan al hombro una nevera y venden agua fría, zumos de frutas tropicales, latas, algo que combata la deshidratación bajo ese calor abrasador y alivie las largas esperas de los buses. Otros pedalean, empujan carros, carretillas o cualquier artilugio que pueda transportar objetos o alimentos susceptibles de vender y comprar











A lo largo de las aceras y, sobre todo en los alrededores del puerto y el mercado, se multiplican uno pegado a otro, pequeños tenderetes donde se vende de todo lo imaginable. Hay hileras continuadas dedicadas al mismo producto.




En las interminables  paradas de autobuses y en las calles, pequeños chiringuitos ofrecen zumos, latas, chuches y preparan allí mismo sandwiches, empanadillas, banana frita. O, elegido el sitio,  descargan de los coches o camionetas  y  montan grandes tableros con sus manteles, donde exponen y cocinan menús completos, sopas, guisos, dulces.  A veces los llevan comiendo por el camino o se sientan en mesas y sillas distribuidas alrededor.
  




También utilizan  el  maletero del coche   de cocina  y  sirven los productos en las mesas que montan junto a ellos.
En espacios abiertos, cuando cae el sol y se levanta algo de aire, resulta agradable, pero en las horas de sol, uno pegado a otro,  con los alimentos expuestos a más de 36 grados y casi  90% de humedad, resulta agobiante.




DIA DAS MAES

Es muy emotiva la celebración del Día de la Madre en el segundo domingo del mes de mayo.


Los escaparates aparecían así de tiernos










RESTAURANTES





Unos días, como buenos manauaras,  hemos hecho la compra y la comida en casa y otros hemos salido a degustar  especialidades amazónicas.











 Uno de los sitios que más nos ha gustado y hemos repetido varias veces es la Escuela de Hostelería, SENAC

Con Beto al mando de los camareros, los alumnos de la Escuela cuidan el detalle, la atención y, por supuesto, la calidad. Hemos disfrutado sabores y condimentos deliciosos y nuevos a nuestro paladar. No sirven alcohol. Acompañan la comida con zumos de una gran variedad de frutas tropicales.
Como en un buffet, pasas con el plato en la bandeja sirviéndote de todo lo que te apetece de los expositores y al final del recorrido lo pesan y pagas.






MUSICA Y FUTBOL




Al caer el sol, por la ciudad proliferan bares con música en directo, bien dentro del local o apostados a la pared, sobre todos los miércoles, día de campeonato de liga de fútbol. Ese día se unen las dos grandes pasiones de los brasileños, el fútbol y la música.


Conversaciones de una mesas a otras, referencias a los países de origen con algún antepasado gallego o asturiano y con los músicos, saludos, presentaciones, brindis, peticiones de canciones y despedidas efusivas hasta el día siguiente. Entre semana, terminan sobre las 11,30 y los fines de semana prolongan un poco más. Una fiesta de la música, de la que éramos partícipes activos, sobre todo en el bar de Armando por la cercanía con el hotel y la música estupenda cada día.






También hemos disfrutado la música en el bar Caldeira, donde tocaba Vinicius de Moràes, figura mítica de la música popular brasileña de los años 50.




Cuando en uno de estos bares, sentados en la calle,  disfrutábamos de la música acompañada por una cerveza helada, me fijo que baja lentamente por la pared una enorme cucaracha negra. Las dos personas sentadas allí, se dan cuenta, se levantan, comentan y al retirar la mesa de la pared, vemos en el suelo, apiñadas, un montón como de 8 ó 10 cucarachas del mismo tamaño y color repulsivo. Gran revuelo, divertidos, agarran la cámara, hacen fotos, más comentarios y llaman al camarero. Sale, muy serio, se sienta en una silla, mira el montón, se quita la chancla, sacude cuatro o cinco zapatillazos contundentes y… problema resuelto. Salvado este paréntesis, seguimos disfrutando  la música, la cerveza y la conversación.






MUDANZA



También asistimos a una mudanza.
El interesado da una vuelta por la zona donde pueda encontrar un vehículo que le haga el servicio y acuerda un precio con uno de ellos.

A la hora convenida, aparece un camión de los años cuarenta al que,  con ayuda del conductor y algún amigo o familiar solícito,  van apilando los enseres que hay que transportar, fijándolos fuertemente con cuerdas. Cargado el camión, uno de los amigos se monta en la caja del camión para cuidar que nada salga despedido durante el recorrido y la familia de la mudanza se acopla en la cabina con el conductor del camión hasta el lugar de destino, donde descargan todo.

Está prohibido por la autoridad realizar traslados de este tipo por el peligro que supone, pero… hay que economizar y buscarse la vida.


BODA

Dando una vuelta por los alrededores del teatro me encontré con la celebración de una boda en la Iglesia de San Sebastián. 

Me quedé fascinada con el coche de los novios.










PROCESION









Desde la terraza del hotel pudimos seguir la procesión de la Virgen de Fátima, de gran devoción en Manaos. La semana anterior sacan a la Virgen de Fátima de su iglesia y la llevan a la  de San Sebastián y de allí, el 13 de mayo, día de la Virgen, la acompañan por las calles de vuelta a su Iglesia.





 







OPERA


El último día de nuestra estancia en Manaos  no quisimos perder la ocasión de asistir a la Opera en la conmemoración del 200 cumpleaños de Wagner en ese precioso teatro Amazonas, cuyos Festivales de Opera  son referencia en el calendario internacional. Nos apuntamos todos, incluida la nieta de 20 días de vida, que durmió plácidamente durante el primer Acto, acunada por la orquesta que interpretaba Parsifal de su antepasado Wagner bajo la dirección del brasileño Luiz Fernando Malheiro, considerado maestro brasileño del gran músico alemán.









En el descanso, en el bar, siguió durmiendo ajena a las cámaras que la fotografiaban por lo

insólito y simpático de la asistencia de un bebé a la Opera.

En el segundo acto, un poco más inquieta, se retiró con sus papás a descansar de tanta emoción.

Todos, entusiasmados, ovacionamos con gran emoción la dramática y conmovedora representación,  gran broche final de nuestras vacaciones.

El 26 de mayo se clausuró el Festival transformando  la plaza donde se encuentra el teatro en un gran escenario, desde el que pudieron disfrutar todos los que se acercaron hasta allí de  la Opereta Cómica El Murciélago de Johann Strauss. Lástima que ya no estuviéramos.



El teatro Amazonas se inauguró el 31 de diciembre de 1896, con el gran auge económico de la zona con la  extracción del caucho. Cuando esta importante industria desapareció, el teatro permaneció cerrado más de 90 años. Un violinista alemán pasó por allí en 1997 y propuso al Gobierno de Amazonas buscar patrocinadores para devolver al magnífico teatro la vida para lo que fue construdo.


El entusiasmo de Luiz Fernando Malheiro afianza la fe en el género humano. Las cosas que se pueden lograr cuando se unen fuerza, ganas,  ilusión, la fe de profesionales y Gobierno en un proyecto colectivo.


El Teatro Amazonas, bajo la Dirección de Luiz Fernando Malheiro, tiene tras de sí, una muy importante función social con claros objetivos: Integración Social, Creación de Empleo y Formación para técnicos y oficios.

Luis Fernando Malheiro cuenta que fue a Manaos para organizar el tercer Festival y se quedó para siempre. 
Hasta 2003 la producción se realizaba fuera de Manaos. Ahora, bajo la Central de Producciones Operísticas, con formación de técnicos, oficios y creación de numerosos empleos cuentan con la mayoría de los profesionales necesarios para poner en pie estos grandes espectáculos.

El Gobierno de Amazonas creó la Escuela de Música y la Orquesta Filarmónica. Hoy tienen dos buenas orquestas de músicos jóvenes, muchos de familias pobres, muy implicadas con la Escuela.

Luiiz Fernando Malheiro ha contado, entre otras muchas cosas,  en su entrevista concedida a La Jornada
Hemos llegado a tener más de 5 mil alumnos de los barrios, y no sólo de música, también de danza, teatro y artes plásticas. Demostramos así también que el arte no sólo alimenta el espíritu de las personas, sino también sus posibilidades de progreso”.
En España, grabamos la cultura con un 21 % y se cierran o privatizan las Escuelas de Música municipales y estatales.

Con gran pena, dejando allí a Ana Rita, hemos vuelto a casa a la contemplación del monitor.
Ahora sentimos un poquito nuestra la ciudad de mi nieta.



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